Sobre el vacío existencial: La muerte de Iván Ilich de L. Tolstoi y El sueño de un hombre ridículo de F. Dostoievski

Los dos mejores cuentos o novelas cortas sobre la idea del vacío existencial los concibieron dos escritores rusos que, en algún punto, fueron el mismo escritor. Lo sabrá quien los haya leído o quien haya disfrutado de las obras de ambos, siguiendo ese misterioso itinerario que van dejando las obras a lo largo de la vida de los escritores. Yo lo he sabido, o lo he terminado de saber, esta tarde. El desencanto de Dostoievski en El sueño de un hombre ridículo da paso a una extraña esperanza mediante el sueño, mientras que el de Tolstoi es el relato de una desesperanza de principio a fin, con el breve remanso y la excepción del reino o de la patria rilkiana de la infancia, aunque Rilke ni hubiera nacido por entonces. Recordaba que La muerte de Iván Ilich estaba narrada desde el punto de vista de un personaje a punto, casi siempre, de ser el narrador, camuflado en él o con la idea de que él no era Iván Ilich mientras estuviera con vida, como la síntesis de una antagonía goytisola; siempre pensé que estaba narrado en séptima persona, como me gusta definir en la intimidad a los narradores omniscientes de Tolstoi. La cantidad de pormenores que da el autor sobre la urdimbre de intereses económicos de los personajes relacionados con Iván Ilich cruza, de principio a fin, las páginas del cuento con una maestría que no he vuelto a ver reflejada en ningún otro texto, ni siquiera en el avaro y mezquino padre de Eugenie Grandet de H. Balzac. Creo que en ese pequeño detalle se concentra la sensación de vacío que exudan las páginas y que convierten el relato en una galería de inclinaciones a la ingratitud y el egoísmo que, casi de forma velada o inconsciente, torna la muerte de Iván Ilich en un acontecimiento en el que cada personaje supone una nueva ave de carroña que se va añadiendo al relato o una pieza más del mosaico del retrato universal de la codicia y el fiasco intrínseco a la naturaleza humana, por decirlo de una forma suave.

Pasados los años, mi memoria había desdibujado ambas historias en una sola y, no sé a cuento de qué, creía que el personaje anónimo del relato de Dostoievski había tenido el sueño después de haber acudido al entierro de Iván Ilich, como si ambos textos fueran solo uno y hubieran salido del mismo puño y de la misma letra. Como si El sueño de un hombre ridículo hubiera sido una historia más dentro de la muerte de Iván Ilich. Me he desdicho a mí mismo cuando he caído en la cuenta de la fecha en la que se habían escrito sendas historias o, después de un buen rato, de que ni siquiera las habían escrito los mismos autores. Las dos eran de Tolstoi en mi memoria.

Cuando me he preguntado el porqué de ese pensamiento, he llegado a la aventurada conclusión de que Tolstoi escribió su La muerte de Iván Ilich gracias al inicio del relato de El sueño de un hombre ridículo en el que el convencimiento de ser ridículo tiene su origen en la percepción que de sí mismo tienen los demás, de ahí el título del relato, la trama pormenorizada y el narrador de Tolstoi en séptima persona. Tolstoi demostró, con creces, que hasta el hombre más exitoso en lo laboral, es bien ridículo.

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8 comentarios en “Sobre el vacío existencial: La muerte de Iván Ilich de L. Tolstoi y El sueño de un hombre ridículo de F. Dostoievski

    • Depende de la persona, hay quien vive pendiente de lo de fuera y hay quien se cultiva el interior. Somos la suma y, sobre todo, la resta de ambas. Gracias, como siempre, por leer y comentar, Elia.

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  1. Jajajaja me encanta! Es curioso cómo nuestro inconsciente ata y desata recuerdos a su antojo. Es increíble el día que nos percatamos y nos permite revivir y revisar momentos del pasado (como las lecturas de nuestros textos favoritos) Alguna vez he hecho esas revisiones mentales y he alucinado conmigo misma, hasta me ha dado pena deshacer el error…

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