En busca de la sensatez

Llevo varios días preparando el artículo del próximo jueves que será, eso espero, el primero de una serie acerca de las llamadas enfermedades raras y que a mí me gustaría que se llamaran o se les dijera excepcionales. Es importante llamar a las cosas por su nombre, pero tras el nombre de ciertas cosas subyace una intencionalidad, una manera de inducir o de manipular la percepción y no es lo mismo denominar a una enfermedad con el adjetivo de «rara» que con el de «excepcional». Lo mismo me ha ocurrido al leer acerca del desarrollo de los medicamentos «huérfanos» para definir a los medicamentos que no se producen en cantidades industriales. ¿A quién se le ocurriría que la orfandad era un concepto que se podría aplicar a un medicamento, cuando su producción no resulta rentable a gran escala? En fin.

No obstante, lo que más me ha impresionado de todo este proceso de documentación son las entrevistas que he llevado a cabo durante los últimos días y el relato de los episodios de crueldad social a los que se tienen que enfrentar «los afectados» por estas enfermedades excepcionales y sus familias más directas. La palabra heroicidad se queda corta para explicar la de obstáculos, visibles e invisibles, que tienen que verse obligados a superar. El denominador común de todas estas agresiones y obstáculos es la ignorancia y la crueldad que las originan o que se derivan de ellas, daría para escribir una enciclopedia de la estupidez y la necedad. La crueldad es casi siempre fruto de la ignorancia y todo ignorante es proclive a ser crudelísimo. A todo ello se contraponen el amor, la sabiduría instintiva y la conquista de lo ignorado a través de la ciencia. No se trata de ser compasivo, se trata de comprender, como me decía uno de los entrevistados, que los problemas de cualquier otra persona son universales y nos afectan a todos, lo mismo que el amor o un resfriado.

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17 comentarios en “En busca de la sensatez

  1. Gracias por leer y por comentar, S.Sue. ¡Lo importante y lo que más me gustaría es terminar con los prejuicios de otras personas! Con que lo logre una vez, una sola, ya tendrá sentido.

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  2. Supongo, que el motivo por el que hay medicamentos que no se producen a gran escala, es por falta de dinero. No nos olvidemos y, como tú bien dices, la salud no deja de ser un negocio. Sin patrocinador, padrino o, como quiera que se llamen en este caso el o los que ponen el dinero, no hay medicamentos. Deduzco que de ahí lo de «huérfanos».
    Un artículo interesante el del jueves.

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    • Gracias por leer y por comentar, Elia. Pues que los llamen medicamentos sin patrocinio o medicamentos no lucrativos o de pequeña escala. Pero huérfanos…

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  3. Hola Fer,
    No puedo estar más de acuerdo.
    Te diré incluso más, me «negaba» a usar en esos contextos la palabra rara, al igual que la de ‘medicamentos huérfanos» (en esa profesión que ambos compartimos) ¿resultados? 0 … tuve que hacerlo sí o sí

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    • Una cosa es traducir, que es trasladar un texto cuyo emisor y destinatario nunca somos nosotros del todo y estamos obligados a utilizar el léxico más apropiado al tipo de texto, renunciando a gran parte de la autoría; y otra cosa es escribir o hablar, ahí es donde hay que ser libérrimo para decir lo que uno quiere decir y no lo que quieren que digamos y, lo que es peor, que pensemos.

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      • Lo sé bien, y aun así me dolía.
        Lo has definido con la maestría de un alma de traductor … ni un solo matiz que añadir!

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      • Añade siempre los que necesites, Úrsula. Me sacas los colores. Gracias por abrir un debate tan interesante; maestría es una palabra que me queda muy lejos. Me considero un eterno aprendiz de casi todo.

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      • Aprendiz me considero igualmente yo, pero no la usé al azar (ya sabes los quisquillosos que somos, o nos volvemos, con la palabra en ese mundillo de la traducción) 💜

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      • Las quisquillas o los matices. Matizar siempre es necesario (casi me atrevería a decir que para todo). Gracias, de nuevo, por tu comentario.

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  4. Estoy de acuerdo: comprensión mejor que compasión. Y que los que somos ignorantes en tantas y tantas cosas prefiramos saber antes de juzgar u opinar. Hablar de lo que no sabemos siempre ha sido demasiado fácil y gratuito. Así que enhorabuena! Y gracias por ampliar nuestra mente

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    • Siempre he pensado que hablar de lo que no se sabe es una falta de respeto a uno mismo y a los demás. Es preferible escuchar y leer y conversar. Gracias por tu comentario, Esther.

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