Desconcierta confesarlo: creo que he leído más, quizá quiera decir mejor, en los últimos cuatro meses que durante el resto de mi vida anterior. Hay autores que trazan una extraña frontera de silencio en el interior, una frontera vertical entre los pensamientos, el corazón y la sombra que arrastro o que me arrastra.
Jamás seré la misma persona después de adentrarme en los dos tomos, en su traducción alemana, de La muerte del comendador de Haruki Murakami, después de hundirme una semana en las oscuridades de Kafka en la orilla; tras regresar a Crimen y Castigo o después de cruzar en un ferry el Río de la Plata de Argentina a Uruguay y viceversa en la voz del narrador de Pedro Mairal en La uruguaya.
Podría escribir una extensa enumeración de momentos mágicos, de recuerdos, de amor o sufrimiento que sucedieron durante las lecturas. Traer a colación el hacha de Kafka, el mar de hielo, una bandada de pájaros sobrevolando las tapias de un cementerio sobre el fondo de un cielo gris que yo imaginaba morado, el aire asfixiante de una taberna con Marmeládov dentro, un fantasma que mira un cuadro. No serviría de mucho, no les haría justicia al rescatarlas, como una carta de amor no hace justicia sino a una soledad impuesta y despreciable.
He llegado a lugares tan recónditos, a tal grado de intimidad entre las palabras y su proyección onírica sobre las aguas turbulentas de la imaginación, a tal concreción de aislamiento espiritual entre lo que sostenían las manos y lo que sobrevenía en la conciencia, que me pareciera haber vivido tres vidas en una sola: la realidad, los sueños y las novelas que leía. Las tres imbricadas en el estambre del tiempo. Un tiempo nuevo, un tiempo más allá de la materia, como la fisicidad invisible de la música.
Son las novelas astrales.
Tus palabras me sobrecogen y confortan, a partes iguales. Ciertamente, las letras tienen ese mágico poder de escudriñarnos el alma y, por qué no decirlo, trastocar nuestro yo más íntimo. Así lo intuyó Kafka y así es. Un abrazo y mi deseo de que tengas días de Navidad dichosos y especialmente nutritivos para tu espíritu.
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Muchas gracias por dejarme un comentario tan cercano y generoso. Un fuerte abrazo, te deseo yo también un 2019 lleno de preciosas lecturas y reseñas.
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Es curioso, a veces parece que los libros o ciertas lecturas encuentran a su lector en el momento adecuado. Siempre es un placer leerte, Fer. Abrazos y buenos deseos vuelan del Sur al Norte.
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Gracias por el comentario y por los abrazos sureños. También creo que los libros vienen muchas veces al rescate, si los dejas.
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Leerte es magia para mí y música para mi alma
Lee mucho, pero escribe mucho más😘
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