El frigorífico vacío y la página en blanco
me recuerdan tu ausencia,
escribo al día y compro cada dos o tres,
la vida exige un tamaño familiar
lo sabes cuando el litro de leche dura demasiado
y siempre sobra carne en la bandeja de plástico
o las patatas y los ajos echan raíces en la bolsa de red.
Aunque en el fondo siempre lo he sabido
me he fijado en esas cosas y su tristeza
desde que tengo uso de razón,
aquel cazo de leche desconchado y marrón,
o aquel interruptor del baño azul, inútil, que no encendía nada
frente al espejo y mi niñez asomada
con tres años mi disco favorito era el Animals de Pink Floyd,
espero que nunca te preguntes el porqué,
su portada
ya me hacía volar el pensamiento hacia Alemania,
pensamientos de niño que acababan en brazos de madre
o en brazos de la muerte.
Hay demasiados cubiertos en casa
y demasiados platos para nadie o por si acaso,
y sobra espacio para uno
sillas, sofás y mesas,
trato
de ocupar el espacio con canciones
que me devuelvan una imagen tuya,
no me importa siquiera que lo sepas
te amo con el silencio, con las paredes blancas,
soy de los que nunca revela las fotos
y si tiene melancolía lee a Bukowski
y relee y vuelve
a colgar tus cartas en un panel de corcho con chinchetas
una carta vale más que mil fotos,
hay algo sensual en poner sellos,
en escribir tu nombre a miles de kilómetros.
No te diré las noches que he llorado a solas
pensando en ti
aunque lo haga en este verso,
tendrás que adivinarlo
mientras crees que me olvido de ti.
Ha llegado un momento en que mi vida excede
lo que es capaz de comprenderse,
ya ni siquiera me importa
hago con ella lo que puedo,
novelas o poemas
rimas o leyendas
oscuridad en todo caso.
De todos modos
acabas encontrándote
contigo mismo en otro alguien,
llámalo amor o verso
y esa nimiedad
(en la mejor acepción, en la acepción más amistosa,
un académico diría aquí: de la importancia de un comino)
le da sentido al resto de las cosas.
No necesitas pedirme que te susurre palabras de amor al oído
son ya versos mis labios
mis brazos y mi cuerpo,
en derredor de tu recuerdo puro
tan sólo el que ha tenido que escribirse
sabe
que todo es de verdad, que no se acaba,
o aún tienes tiempo de leer el principio
de una novela de André Breton:
«Lo que yo he amado, lo conservara o no, lo amaré siempre».
Te quiero,
del mismo modo que David Gilmour
sabe tocar una guitarra.
Oscuridad en todo caso.
Una vez más, me has emocionado.
¡Quê don!
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Magnífico, de veras.
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Pero que hijo mío
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Unos soportan la soledad con letras,con canciones,con libros…otros como yo con dibujos o pinturas,aunque siempre nos quedan los recuerdos de la gente a la que queremos,no?
Ya sabes,Fer.
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Esta va directa a una futura antología.
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