Sobrecogido

He visto a una mujer de espaldas,
se parecía tanto a ti que me he asustado,
el tiempo, como un sueño, detenido
y tú ante mí como un recuerdo vivo.

No sé llorarte ni olvidarte,
quizá porque no quiero ninguna de ambas cosas.
He guardado silencio ante la imagen
de esa mujer a ti tan parecida,
la he dejado perderse caminando,
incluso en la distancia, desdibujada ya en el horizonte,
se asemejaba a ti.

Y entonces he pensado
si no eras tú mi propio pensamiento,
sobrecogido,
como el sol de la tarde sobre el río
o el camino de plata tendido por la luna
sobre las piedras de la calle.

He sonreído enmascarando el alma,
en el silencio en que te habito
no caben ni siquiera las palabras.

Éramos eso, sólo mi mirada,
sólo su distancia,
y en su contorno -tú en mi pensamiento-
una mujer de espaldas,
que yéndose a lo lejos se marchaba.

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