De nuevo, allá por el año 2013, presenté este texto a un concurso que ya no recuerdo sobre las exclusiones que sufrían las personas con discapacidad.
No fue premiado y para que alguien lo leyera algún día acabé mandándolo a una web argentina, Encuentos.com con la que ya había colaborado en otras ocasiones. Hoy, seguro que por su brevedad y la sencillez de su estructura, forma parte de muchos planes de estudios en clases de Lengua española o de Filosofía en Latinoamérica y, lo más extraño de todo, lo he llegado a ver en una prueba brasileña de oposiciones para ser profesor de español.
La voz silenciosa lo rescató ayer, le puso voz, que es como ponerle alas a las palabras, y lo mandó a volar de nuevo por el mundo.