Esta vez le ha tocado a Las cinco menos veinte, un relato que escribí hace ya más de cinco años y, aunque le pueda ver las costuras al texto y contenga algún anacoluto, me ha hecho una ilusión especial que La voz silenciosa lo haya rescatado del olvido.
Cuando escucho a José leer los relatos, me siento como cuando era pequeño y llevaba a todas partes un enorme casete para escuchar las cintas de cuentacuentos.