A Alejandro Palacios León
Hundido en el silencio de las páginas
que nunca escribiré. Pienso en aquello
que me dijiste sobre Lobo Antunes.
Y es que quiero escribir sobre ese viejo
del miércoles pasado, camino del trabajo,
repartiendo periódicos gratuitos
de buzón en buzón, de casa en casa,
mientras, a unos pocos metros,
se pasaban el frisbee en bañador
y se sacaban fotos con el móvil
unas muchachas alemanas.
Comprendí la mirada del anciano,
su lento caminar y sus arrugas,
su ropa dándole calor de más,
no tendrá otra o no tendrá otra limpia,
pensé y recordé,
al ver su pantalón de tela verde y clara,
la soledad de una ventana en Braunschweig
en la que amanecía la derrota
de ser y de sentirse inútilmente
entre cortinas verdes del Ikea
que yo nunca elegí, que allí ya estaban puestas.
Un vertedero vivo de resacas,
las noches de verano y el suicidio
cicatrizando en mis muñecas
de aquel verano en que aprendí a leer y a perdonarme
en un extraño banco en un altillo
que daba a la autovía.
Antes de ser uno de ellos,
antes de las chaquetas, las voces impostadas,
los prólogos, las notas a los pies de página.
Antes de otro poema que hable de la tarde,
del infinito amor que siento,
mi propia muerte o la metaliteratura,
quiero dejar escrita aquí una cosa:
Las palabras no sirven para nada,
mientras exista un viejo que reparta
periódicos de casa en casa.
Una sociedad que maltrata así a sus mayores, que les aboca a un minijob porque con la pensión no les da para vivir dignamente mientras a otros acumulan swaps, warrants sobre deuda, tienen la pasta en la SICAV, etc etc no es una sociedad decente y no merece ni llamarse sociedad. No todo puede marcarlo el dinero, hay unos mínimos de dignidad y una declaración de derechos humanos que los gobiernos ignoran de continuo. Del resto del poema ya hablaremos porque me he quedado bastante helado, pero eres muy valiente al escribir algo así, al dejar de censurarte como dice Lobo. Abrazo Bukoswskiano!!!
Alex
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