Sé lo que significas para mí, pero la consciencia no tiene un sentido temporal, es todo presente. Tanto el pasado más lejano como el futuro más distante están atados a una misma columna que es el pensamiento, la huella nombrada de lo que sentimos.
Pero puede que ese tú al que nombro ya no exista, o incluso que jamás existiera, como esas lecturas que dejan dentro de nosotros un mundo por habitar, como una calle soñada o un rostro hermoso en la multitud de un vagón de tren que no hemos de volver a ver jamás. Puede que tú jamás estuvieras allí, caminando a mi lado, bajando las escaleras de mi casa a oscuras, pasando las tardes conmigo bajo el cielo gris del otoño mientras las luces de la ciudad se reflejaban en los charcos, sacando la mano por la ventanilla del coche los veranos, jugando a contar los hombres calvos antes de volver a casa, si eran pares día de suerte, si eran impares también…
Existieras o no poco importa, poseo algo más valioso que la realidad, la capacidad de evocarte.
Excelente reflexión que ha suscitado en mí una interesante cavilación nocturna.
Quizá esté mal que yo lo diga, ¿pero hay algo de lo que hayas ecrito que no me guste?
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Tarde o temprano me perderé en cadenas…
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