Noche de amor oscura (escenas 3 y 4)


Escena tercera
Llanto español
(El hombre del traje blanco camina con desesperación, de allá para acá, buscando la tumba de su amante a sabiendas de que no puede encontrarla).
SERAFÍN- ¡He preguntado a todos! He preguntado en tu casa, he preguntado a las niñas y a las viejas, he preguntado a los hombres, a los serenos, a los borrachos, a los tenderos, a las gitanas que dan romero, a los gitanos a caballo, he preguntado a los Guardias Civiles, he preguntado a los enterradores, he preguntado a los que te han matado, a los árboles que fueron testigos, he preguntado al cielo con los ojos. (Arroja el ramo de flores con rabia al suelo). ¡Nadie sabe nada! ¡Nadie quiere saber nada!
¡Qué pueblo tan ruin es este que mata a sus poetas!
¡Qué pueblo tan ruin es este que trata de matar el amor entre los hombres!
¿Qué gloria han alcanzado con ello?
Algún día todo este silencio, Federico, algún día todo este silencio desaparecerá y se recordará a España a través de tu nombre y todos buscarán tu tumba.
Tus verdugos serán sinónimo de injusticia y podredumbre y serán olvido…
Yo sé que un día los teatros, las escuelas, los parques y las calles llevarán tu nombre y tus personajes cobrarán una dimensión universal, el fuego de tus palabras los traerá a este lado de la vida, lo mismo ocurrirá con tus versos, sobrevivirán las fronteras del silencio, de este silencio hecho de miedo, de balas, de muerte, de ignorancia. Regresará a nosotros tu luz en nombre de la libertad y la justicia. Tus palabras, tu obra inmortal, tu inocencia arrojarán ignonimia sobre sus tristes vidas. Nunca dejaremos de llorarte, lo mismo que una madre a la que arrebataron sus hijos, nos has hecho víctimas a todos con tu muerte. No existirá la redención para los que te han asesinado, sí la memoria de sus hijos, de sus nietos, del porvenir y la verdad, la dignidad que levanten los recuerdos, las palabras que te nombren, sólo ellas podrán hacer justicia. (Emocionado, se echa a llorar con entereza, toma una lágrima en su mano) Estas son lágrimas españolas, llanto español que recorrerá el mundo para siempre como un mar libérrimo, lágrimas que eternas pronunciarán tu nombre, Federico, aunque no tengamos dónde llorarte.
(Abandona la escena).
Escena cuarta
La muerte pequeña
(El hombre del traje blanco aparece ostensiblemente borracho, lleva una botella de vino en la mano y el ramo de flores en la otra, a las que toma contra su pecho como si fueran compañeras de baile. Baila canturreando una copla mientras se tambalea).
SERAFÍN-
«Prado mortal de lunas
y sangre bajo tierra.
Prado de sangre vieja.
Luz de ayer y mañana.
Cielo mortal de hierba.
Luz y noche de arena.»
(Grita)
La fecha del año de tu muerte será sinónimo de terror. 1936. ¡Temblad, 1936!
«Me encontré con la muerte.
Prado mortal de tierra.
Una muerte pequeña.
El perro en el tejado.
Sola mi mano izquierda
atravesaba montes sin fin
de flores secas.»
(Grita)
¡Soy poeta también, podéis matarme, mirad, aquí está mi pecho! ¡Este es el pecho de un hombre, este es el pecho de la libertad del amor, la única libertad que me exalta, la única libertad por que muero1! Mataos en nombre del amor, matadnos en nombre del amor.
«Catedral de ceniza.
Luz y noche de arena.
Una muerte pequeña.
Una muerte y yo un hombre.
Un hombre solo, y ella
una muerte pequeña.»
(Se cae de la borrachera, se arrastra por el suelo para coger las flores, las
abraza. Grita de nuevo con alegría).
El amor no puede morir. El amor no puede morir. ¡Podéis matarnos pero no moriremos!
(Se marcha tambaleándose con una alegre amargura)
1 Versos de Cernuda, del poema «Si el hombre pudiera decir lo que ama».