A una chica que lloraba sola

La única manera de llegar al fondo de uno mismo es estar solo y no necesitar nada más, hay cosas que simplemente no se pueden hacer acompañado de nadie, quizás el comienzo del verdadero amor sea ese, ser consciente de lo que es verdaderamente esencial en nosotros y lo que no, lo que es superfluo, sustituible, perecedero, intercambiable, reemplazable. No significa que no necesite a más gente en mi vida, ni mucho menos, significa que los que vengan y los que ya me tienen a su lado comprendan que necesito tiempo para mí.
Un ejemplo. No puedo escribir, ni leer al lado de nadie, necesito estar solo, encerrarme en mi mundo, no quiero compartir mis sentimientos con nadie más que no sea el silencio de una página en blanco, o una página escrita, todo el mundo busca algo de sí mismo en todo lo demás, en todo lo que se habla, yo trato de encontrar algo que no sé lo que es, pero sé que está ahí, en algún lugar, a lo mejor está fuera de esta vida, a lo mejor estoy equivocado, pero es mi decisión, son mis pájaros en la cabeza y los amo, amo a mis pájaros en la cabeza, voy a cuidarlos hasta que puedan volar de mí y vivir por sí mismos, conquistando una nueva luz. Quizás no haya sabido valorar hasta ahora la intimidad, la profunda intimidad que se puede alcanzar con uno mismo a la hora de vivir. No me da pena el tiempo que haya podido perder hasta ahora, y el que quede por perder. Necesito construir un mundo alrededor de esa intimidad, donde yo no sea más que lo que quiero ser, sin disimulos, sin jugar a qué es lo que debo o no debo decir. Ya es hora, he sido lo suficientemente feliz, he muerto todas las veces que hacían falta para darse cuenta.
Es suficiente con ser honesto con uno mismo, con ver amanecer y anochecer a solas, con caminar a solas las calles deteniendo el llanto paso a paso, conscientemente, con regresar a tu guitarra y poner tus acordes favoritos, ella jamás preguntará qué has hecho o con quién has estado, con subir el volumen de una canción de Alice in Chains. Mi vida no consiste en elegir un peinado, una camiseta, la forma de las gafas de sol, en pensar en dinero, o intoxicarme en compañía de personas que pueden seguir viviendo sin haber escuchado la hermosa cadencia de sus propios latidos, sin sentir el milagro. Hay sólo un único motivo para beber, la propia bebida, desasirse infinitamente de la vida.
Es para morirse de risa, este mundo está hecho para morirse de risa de lo absurdo que es, pero es una risa solitaria, involuntaria, no es un chiste enguionado, no es el brillo de una prosa comercial en un anuncio de parada de autobús, de pared de metro o de centro comercial, no es televisión, no es cine ni teatro, no es un parque de atracciones, no hay un ticket de por medio.
Sé que hay gente hay fuera que también lo siente, por mí y por ellos, por nosotros daré mi vida, mi tiempo, mis pensamientos más lúcidos y sentimientos más oscuros y enfermos, porque así lo merecíamos, nos merecíamos que nos dejaran solos, construiré un mundo donde podamos vivir desnudos de todo, sin culpa, uno a uno, al margen de todo, sin integración posible en la mentira. Al contrario del que nos ha tocado vivir. Nuestra verdad es una pistola de ternura que apunta a sus sienes, por eso nos mantienen alejados, amiga mía. ¿Qué más se puede hacer, si damos la vida por nuestros amigos?
Caen en sus tumbas sin haber vivido un solo segundo, créeme, ellos están más solos todavía.
No llores más, al menos no por ellos.