La generosidad de José no tiene límites ni los conoce. Anoche volvió a leer uno de mis cuentos en su programa y hoy por la mañana me ha propuesto formar parte de un proyecto más grande todavía y me ha alentado a que le mande más relatos.
Encontrarse con personas que arrojen algo de luz y aviven con sus palabras nuestro espíritu -lo he sentido literalmente- no ocurre todos los días. No me gusta escribir arrebatado por la emoción del momento, pero cuando he colgado el teléfono me he sentido rodeado por un abrazo invisible, inmenso, intenso y silencioso.