Aparición

Una tarde de junio gris y fría
en la que estaba traduciendo a Rilke,
al rematar un verso endecasílabo,
apareció tu voz y recitó el poema
de un libro que jamás podré enseñarte,
al menos a este lado de la vida.

Lo peor de la muerte, amigo mío,
no es el silencio que la ausencia deja
sino el necesitarse todavía
y solo uno de los dos lo sepa.