Perdónalos, porque no saben lo que dicen. Lo del ejecutado del otro día en Estados Unidos, muriendo entre convulsiones a la media hora, parece que les obliga a decir algo y dicen eso -que no sé si lo han dicho, pero son capaces-. Como si quitar la vida a otro ser humano, con una hora y día prefijados, en legal y horroroso ritual, pudiera ser humano. Lo cuenta Dostoievsky, no recuerdo en qué novela y es el mejor alegato que yo he leído contra la pena capital. Pero claro, hay que leer a Dostoievsky y dejarse de regir por las leyes del salvaje oeste, que encima cuesta votos. Bratzo!
Lo cuenta en «El idiota», en la carrera, años ha, hice un trabajo precisamente sobre la pena de muerte en Dostoievski; has dado, como siempre, en el centro de la diana. Si no recuerdo mal hay un párrafo grandioso en el que explica cómo se va despidiendo de cada cosa, hasta de la última vez que es capaz de ver el sol el reo. Literatura aparte, ¿cómo se puede ser capaz de decir una frase así? Tiene ecos diabólicos bíblicos. La escuché por la radio, no sé si será cierta, poco importa, demuestra de lo que está hecho el mundo: puro cinismo.
Matar a un ser humano (matar a un animal y debería plantear un conflicto moral) además de la propia muerte y el dolor que causa en los que rodean a ese ser humano, degrada al que lo hace y si es la sociedad la que lo hace, con premeditación encima, degrada a esa sociedad. No tiene que ser un peso fácil de llevar matar a alguien y si no a la vista está como vuelven los veteranos de guerra (here comes the rooster). Choca más todavía que se piense así en un país que tiene todo el día a Dios en la boca y donde el fundamentalismo católico tiene una amplia parroquia (nunca mejor dicho), siendo el quinto mandamiento un claro y rotundo «No matarás». Puedo entender la venganza, pero nunca que ésta sea institucionalizada. Otro bratzo!
Perdónalos, porque no saben lo que dicen. Lo del ejecutado del otro día en Estados Unidos, muriendo entre convulsiones a la media hora, parece que les obliga a decir algo y dicen eso -que no sé si lo han dicho, pero son capaces-. Como si quitar la vida a otro ser humano, con una hora y día prefijados, en legal y horroroso ritual, pudiera ser humano. Lo cuenta Dostoievsky, no recuerdo en qué novela y es el mejor alegato que yo he leído contra la pena capital. Pero claro, hay que leer a Dostoievsky y dejarse de regir por las leyes del salvaje oeste, que encima cuesta votos.
Bratzo!
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Lo cuenta en «El idiota», en la carrera, años ha, hice un trabajo precisamente sobre la pena de muerte en Dostoievski; has dado, como siempre, en el centro de la diana. Si no recuerdo mal hay un párrafo grandioso en el que explica cómo se va despidiendo de cada cosa, hasta de la última vez que es capaz de ver el sol el reo.
Literatura aparte, ¿cómo se puede ser capaz de decir una frase así? Tiene ecos diabólicos bíblicos. La escuché por la radio, no sé si será cierta, poco importa, demuestra de lo que está hecho el mundo: puro cinismo.
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Matar a un ser humano (matar a un animal y debería plantear un conflicto moral) además de la propia muerte y el dolor que causa en los que rodean a ese ser humano, degrada al que lo hace y si es la sociedad la que lo hace, con premeditación encima, degrada a esa sociedad. No tiene que ser un peso fácil de llevar matar a alguien y si no a la vista está como vuelven los veteranos de guerra (here comes the rooster). Choca más todavía que se piense así en un país que tiene todo el día a Dios en la boca y donde el fundamentalismo católico tiene una amplia parroquia (nunca mejor dicho), siendo el quinto mandamiento un claro y rotundo «No matarás». Puedo entender la venganza, pero nunca que ésta sea institucionalizada.
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