Inocencia


De nuevo y gracias a que Liana Castello, una de las administradoras de la web Encuentos.com me lo propuso desde Argentina por e-mail (parece el título de una película melodramática), os dejo aquí la última historia parida por mi cabeza. No tiene mayor pretensión que la de ser un cuento de navidad para niños y menos niños.
La concepción fue bien sencilla, cuando le comenté a María Sanz (hermanísima mía e ilustradora de todo cuanto escribo y escribiré) camino del centro de la ciudad, durante el trayecto de un autobús rojo de línea un sábado por la noche, que me habían propuesto escribir un cuento de navidad, ella me dijo: «Por favor, no escribas esta vez una historia de amor triste, que luego lloro muchísimo».
Fue entonces cuando recordé el único cuento que no era de amor de Chéjov que me había gustado (encantado para ser fieles a la verdad), Vanka. El cual recomiendo leer mucho antes que cualquier cosa que yo escriba o
deje de escribir. Y me propuse hacer una versión moderna, españolizada y cercana a mi mundo de Vanka.
«No te preocupes, esta vez nada de historias de amor tristes».
Así que este es el resultado, espero, como siempre espera el que pone algo delante de los ojos de los demás, que os diga algo a quienes halléis (ya no se encuentra en estos días, ¡se halla!) tiempo para leerlo. Que sirva como regalo de Reyes, aunque no tenga tique de compra del Corte Inglés, eso sí, siempre podéis cambiarlo por otro.
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