«A heart that hurts,
Is a heart that works.
No-one can take it away from me,
No-one can tear it apart.
Maybe an elaborate fantasy,
But it’s the perfect place to start»
Brian Molko
Hay lugares especiales en la vida de cada uno, sitios que encuentras extrañamente familiares, sitios que aunque sólo los hayas habitado unas horas parecen llevar dentro de ti años enteros, vidas enteras que sin suceder, han sucedido de algún modo.
Calles por las que te gusta perderte sin rumbo, parques que cruzar, ciudades, en definitiva, que ocupan un hueco diferente en el corazón, como si en ellas sólo pudiesen ocurrirnos cosas buenas.
Córdoba es para mí uno de esos sitios.
Ayer volví a pasar unas horas en esta ciudad, la excusa más que perfecta era el concierto de uno de mis grupos favoritos, Placebo, y la compañía inmejorable, mi propia hermana. Creo que si no hubiese habido un concierto este fin de semana, habría encontrado algún otro motivo para haber terminado yéndome allí.
Encuentro paz en esa ciudad, incluso el acento diferente de las personas me resulta extremadamente agradable, su manera de entender la nocturnidad, de entender el verano, de ocupar el espacio de la ciudad con naturalidad, como sin ir a ningún lugar en particular, únicamente no estando en casa. Cuando una ciudad es hermosa, ocurren esas cosas y hay una invisible impronta en el ambiente, un modo diferente de vivir que se destapa ante los ojos del que no proviene de allí, pero que los propios habitantes parecen desconocer.
Será la mezcla de culturas que ha habido a lo largo de la historia entre sus muros y que impregna la arquitectura, la estrechas calles de la judería, las amplias avenidas modernas, o será que es una ciudad que está cerca de la ciudad de origen de mi familia. Será simplemente que la veo de otro modo, será que de allí era Góngora y Séneca. No sé lo que es exactamente, pero sé que volveré, y sé que algún día, no sé cual, quizás eso tampoco importe, viviré allí, viendo bajar al Guadalquivir, dejándome rodear por el intenso calor, la fresca brisa nocturna, la ausencia de tristeza sólo por saber que estaré en un lugar que amo, acodándome en el alféizar del puente romano.
Hasta el azul del cielo y la luz es diferente para mí cuando estoy allí, la luz es tan blanca, que el día parece más de día y la tarde algo que se desvanece de una forma tranquila, acompasada y pura, como si el cielo fuese consciente de su elegancia.
Así que aunque sea en una elaborada fantasía, he sido capaz de ser feliz no sólo ayer si no ya en un futuro, en la posibilidad de ese futuro, y como dice la canción del vídeo, puede que esa fantasía sea un lugar perfecto para comenzar, aunque sea pronunciando con esa voz interior de los pensamientos que va con nosotros: «Sé que volveré, porque no quiero irme».
Aunque ahora toque regresar, siento que de algún modo he solucionado algo dentro de mí.
Espero que no sea un efecto placebo de la música Placebo, que por cierto, estuvieron espectaculares.