Empuja el corazón,
quiébralo, ciégalo,
hasta que nazca en él
el poderoso vacío
de lo que nunca podrás nombrar.
Sé, al menos,
su inminencia
y quebrantado hueso
de su proximidad.
Que se haga noche. (Piedra,
nocturna piedra sola.)
Alza entonces la súplica:
que la palabra sea sólo verdad.
José Ángel Valente,
Noche Primera
Llevo un par de días enfermo con algo parecido a la gripe metido en la cama, por suerte, ya está remitiendo y mañana podré, espero, volver a ir a dar clase y ver a mis alumnos, no me gusta nada tener que faltar al trabajo, entre otras cosas porque me encanta lo que hago y además me hacen muchísima compañía por extraño que parezca, por si fuera poco sólo me quedan 6 días de trabajo aquí en Alemania, dos semanas en total de tiempo, y va siendo la hora de las despedidas.
La incertidumbre es una sensación extraña, supongo que todo el mundo la alberga dentro de sí, sé que no soy un ejemplar exclusivo de la raza humana, y que lo que yo siento, es muy probable que lo sientan otras personas, quizás sea ese uno de los motivos por los que desde siempre he escrito, para hacer sentir o ver al resto lo que ya llevaban dentro, para encontrar una verdad común, y me incluyo en ese resto, que no piense nadie que me siento especial, todo lo contrario, me siento el más común de todos los hombres y las personas, incluso algo peor, por no ser capaz de determinadas cosas.
Estoy tratando de poner las cosas en orden en mi vida lo mejor que puedo, y llevo sentándome y tumbándome conmigo a hablar muchas mañanas, muchas tardes y muchas noches. Cuando llego a alguna conclusión, o a alguna síntesis Hegeliana (aquello que aprendimos de tesis- antítesis-síntesis) a la mañana siguiente llego a la contraria con los mismos razonamientos. Y así es muy difícil. Quizás el problema, sea pensar tanto en las cosas, y darles tantas vueltas, o quizás es que nunca prestamos suficiente atención a lo esencial y a lo que nos importa en el fondo. Hay cosas que no puedo categorizar ni etiquetar, y que son superiores a mí, por el mero hecho de que guardo una relación emocional con ellas, no puedo racionalizar lo emocional, a día de hoy no puedo encontrar un «a partir de ahora», lo he conseguido en otros aspectos y en otras ocasiones a lo largo de mi vida, incluso en cosas más duras, pero creo que esta vez no estoy ni en el lugar, ni en las condiciones, ni en el momento adecuado, al menos a día de hoy. Es como si me pidieran vaciar el mar con las manos.
Creo que me he llegado a convertir en un problema para mí mismo, problema en el sentido de que busco una solución y no la encuentro, o si la encuentro no soy capaz de ponerla en práctica, y sé que nadie si no yo, será capaz de dármela, y lo más difícil, llevar a cabo algo que me parece imposible.
Me gustaría poder encontrar la verdad, decírmela y seguir adelante sin guardarme rencor, sin llevar sobre los hombros tanta carga de decepción y de tristeza. No es culpa, es algo peor que la culpa. Es sangre negra, es un veneno, es un grito constante a mi alrededor que nadie más si no yo puede oir.
Me gustaría quebrar mi corazón y convertirlo en una noche, como dice Valente, hasta que naciera en él el poderoso vacío de lo que no puedo nombrar.
Jamás me he sentido tan solo ante una decisión, pues hasta una parte de mí, la racional, me ha abandonado.
Lo peor de todo, es que la decisión en sí ya está tomada y decidida, pero no la acepto, ni la entiendo, ni la comparto, ni me parece real, ni soy capaz de visualizar mi futuro.
Me refugiaré en lo que me queda, por suerte hay cosas inquebrantables en la vida.
**(Gracias a los que estáis ahí incondicionales)