El lago

A Heine
El lago
Tú no recuerdas el día que te vi por primera vez, igual que el mar no recuerda la primera vez que lo miramos. No me refiero a la fecha, los recuerdos no necesitan burocracia. Me refiero a cómo te abarqué para siempre con mi mirada, como si así jamás pudiera volver a desasirme de tu imagen, sin quererla hacer mía, tan solo contemplándola, envolviéndome con ella como el cielo se envuelve de la noche. Tampoco me refiero al lugar, ni a lo que estábamos haciendo allí, pues te miré desde lo alto de todas las palabras, que dejaron de significar, te hundí en el fondo del oscuro lago de mis pupilas sin que te dieses cuenta. Bañada de su inmenso silencio te convertí en un sueño. Ya no hube de esperarte nunca.
Yo no olvido la noche que te vi por última vez, igual que el mar no olvida la última vez que lo miramos. Me refiero a la fecha, el olvido tiene su propia burocracia. Me refiero a cómo dejé que tu imagen se marchara para siempre inabarcable al fondo del horizonte, queriendo hacerla mía, sin volver a mirarte, deshaciéndome de ella como el cielo se deshace de la noche al amanecer. Me refiero al lugar, a lo que estábamos haciendo, pues dejé de mirarte desde el fondo de todas las palabras, que volvían a significar lo mismo, te rescaté y te traje a la orilla del cristalino lago de mis lágrimas, te percataste. Enjugada de su insignificante idioma te convertí en realidad. Te habré de esperar siempre.

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