La última vez que se vieron llovía. Una noche de agosto en las que el verano parecía alejarse de repente, una noche cualquiera entre semana, en la ciudad cualquiera en que ambos vivían.
Se sentaron en un sitio cualquiera a resguardarse de la lluvia, una calle con coches aparcados, cubos de basura en fila, edificios y cortinas y luz o persianas bajadas en las ventanas, una acera sucia, paredes y columnas pintarrajeadas, colillas de cigarro, chicles secos.
Él disimulaba mirar la lluvia hacerse visible cuando pasaba cerca de la luz de las farolas, en su mirada quedaba espacio todavía para abrazar su pelo, su espalda, el perfil de su cuerpo y de su rostro, antiguos lugares donde habitaba su amor. Ella fumaba para ocupar el tiempo, como quien fuma cuando espera.
Hablaron, él trató de decirle su verdad sin saber dibujarla del todo, pues era algo que no podía expresarse, no de un momento a otro. Ella siquiera necesitaba aquellas palabras, de algún modo todo aquello era innecesario, no iban a cambiar nada entre ellos, sólo iban acaso a despertar el desagradable recuerdo de un imposible, los cristales rotos de la decepción, o ni tan siquiera eso, ella hacía tiempo que había dejado de estar allí,allí junto a él. Él terminó por verlo y decidió callar aquellas palabras para siempre, prometiéndose ponerlas a salvo de todo el mundo.
El mundo sin embargo era extrañamente parecido, nada había cambiado tanto, la lluvia seguía cayendo o no cayendo, las noches daban paso a los días, los días a las noches, los segundos daban forma a los minutos, los minutos a las horas, los corazones seguían latiendo dentro del pecho, todo seguía su curso.
Decidieron marcharse, ella tenía sueño, a él le parecía bien.
Mientras ella caminaba hacia su casa rápidamente, buscando soportales que la resguardaran de la lluvia, él andaba tranquilo detrás de ella, observando como el agua mojaba su pelo y sus hombros desnudos, como si contemplar aquella imagen fuera suficiente después de todo, como algo que iba a pertenecerle para siempre, pensó en Ian Curtis escribiendo Love will tear us apart, aquella canción definía una parte de la vida en este mundo.
Allí estaba, aquello era la verdad.