El arte no es una forma de expresión, es la expresión y la forma; la absoluta vida dentro de la vida.
Los lenguajes artísticos son finitos porque el ser humano es finito, dependen fundamentalmente de lo sensorial. No hay arte sin sentidos, igual que no hay expresión sin sentidos. No hay arte sin cuerpo.
Sin embargo, ese límite no es en realidad una frontera, puesto que al igual que nuestro pensamiento es limitado en su propia capacidad de formularse y comprenderse, no se acaba hasta el punto donde es capaz de llegar, más allá de donde nació. Nuestro cuerpo está hecho de pensamientos, sí, todos tus sueños son reales. Si empiezas a considerar tu pensamiento como parte de tu cuerpo igual que un brazo o un estómago, verás que tiene su anatomía y sus necesidades y sus triquiñuelas para llevarte donde quiere, no donde quieres tú, sino donde quiere el cuerpo del animal en el que moras.
En el alfabeto caben todas las palabras, pero el alfabeto en sí mismo no significa nada. Mar tiene tres letras: eme, a, erre. Cabe el mar en mar, y sin ser el mar, es para nosotros el mar y eso basta.
El problema de la ciencia actual es que estudia el alfabeto nada más, las neuronas, por ejemplo, el cerebro como un añadido del cuerpo. El problema es que todo el cuerpo piensa, el cuerpo duele y siente. Precisamente por eso somos todos diferentes, puesto que a nuestros cuerpos les han pasado cosas distintas.
El arte y la ciencia son lo mismo, una expresión de nuestro cuerpo, la ciencia es un lenguaje artístico preciso y práctico. Lo realmente triste es que ninguna descubre nada que no estuviera ya en la propia naturaleza, esa es la tragedia. Decir mar, no obstante, es muy hermoso, más hermoso es poder escucharlo o leerlo como escribió Cernuda: El mar y nada más.
Desde nosotros y para nosotros, los sentidos son nuestro alfabeto sensorial, pero no son la única forma de sentir, lo mismo que una persona no es sólo la persona que está en el lugar donde se encuentra, sino todo lo que ha sido y las que puede ser que sea.