«El arte no reproduce lo visible. Lo hace visible.»
Paul Klee
Llevo mucho tiempo queriendo escribir sobre él, pero como todo a lo que doy valor, lo he querido llenar antes de silencio, tanto que hoy ha llegado al fin el día de que lo rompa. Se hace llamar Nekro, negro es el color predominante de sus composiciones y el concepto de la visión de la muerte como proceso creativo es una presencia constante en su obra. La muerte no entendida en el manido y malentendido sentido romántico, sino como una fuente de inspiración basada en la destrucción, en la terrible belleza de las ruinas, en la violenta ausencia que nos espera a todos cuando abandonemos la vida y los sentimientos que ahora corren por nuestra sangre, desaparezcan para tornarse inertes como la fría roca. De ahí, de esa sensación de futuro silencio y desaparición es de donde nacen las obras de Nekro. No es de extrañar entonces que en sus láminas -en sus ilustraciones- aparezcan cerrojos, relojes, hermosas armaduras desoladas y simétricas.
El tiempo pone en las manos de los creadores nuevas herramientas con las que traer a este lado de la vida su imaginación, la calidad de la herramienta no garantiza la calidad del arte, más bien abre un nuevo camino inexplorado con el que se topan las nuevas generaciones, como a las puertas de una nueva ciudad. Ocurre en la música, en la escultura, en la arquitectura, en la literatura y por supuesto en el arte plástico del dibujo y la pintura. Digo esto, porque la etiqueta de arte digital que un principio fue denostada, como todo lo innovador, llegará a ser con el tiempo, si no lo es ya, respetada con toda la dignidad que se merece. Nekro es, a mi juicio, un ejemplo perfecto en el que converge la tradición y la honestidad del lápiz y la fotografía, junto a la ausencia de límites de lo electrónico.
Su primer libro, que no su primera obra, se llama XIII Inches (Trece pulgadas) editado por Norma Editorial, precisamente en el volumen 13 de la colección Eclipse. Es una reunión muy bien llevada a cabo de ilustraciones en una cromática de blancos, intensos rojos y negros. En esta ópera prima se advierten clarísimas influencias de Kris Kuksi, Salvador Dalí o incluso artistas coetáneos como J.S Rossbach o Viktor Safonkin. El leitmotiv de la obra es la delgada línea que separa lo que puede verse de lo que no, lo intensamente oculto y lo visible, la búsqueda de las llaves que en un primer momento siempre pertenecen a los demás, a la hora de abrir las puertas de nuestro mundo interior. Pertenecemos los unos a los otros, como hay una llave única que abre cada cerrojo. En este sentido hay que entender las páginas del libro como conceptos emocionales que se trasladan a la imagen, de lo remoto e inasible a lo concreto. Invitaría a los lectores primerizos, incluso a los que ya lo han leído, que no atendieran a las palabras que acompañan a la imagen y que traten de buscar en su interior el significado de cada lámina, tratando de hallar la emoción que lo suscita, de esta manera el libro adquiere un significado pleno de sentido, como cuando tratamos de reconstruir un sueño. Las palabras en el libro son el relato anecdótico de esa búsqueda interior que proponen las imágenes.
De hecho es tal la potencia de la poesía de las imágenes que propone Nekro que sólo el silencio del que las contempla parece ser posible de explicarlas. Como si de silencio a silencio pudiésemos comunicarnos en un lenguaje que sólo necesita de los ojos, prescindiendo de las palabras, deteniendo el tiempo en el instante en que se tiende nuestra mirada sobre los límites de la página.
A primera vista y para ojos y sensibilidades poco prevenidas, las imágenes pueden resultar tétricas, siniestras o incluso demasiado barrocas, pero esconden en su interior el misterio de la belleza de lo abandonado, de la sensibilidad que se cubre para protegerse, de las diferentes corazas que ocultan el verdadero corazón. En nuestras manos como lectores están las llaves que abren las cerraduras, la clave de la sensibilidad. Lejos de todo como en la penúltima imagen del libro, ante la inmensidad de nuestra propia verdad, quizás estemos nosotros mismos.
Arte de verdad, arte gráfico, arte digital, arte que hace visible lo invisible.
La nominación a los Goya, en el que trabajó como director de arte conceptual, del cortometraje: Tower of time, es sólo el comienzo.
Apuntad bien su nombre, se hace llamar Nekro.
has sabido sacar lo mejor de Nekro ^^
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